18 de febrero del 2019
Hago esta remembranza por la gran amistad y cariño que existió entre Julio y yo.Mi amigo Julio era hijo de don Constante Rosas y de la Sra. Soledad Yáñez.
Con Julio nos encontrábamos casi todos los días en el Callejón Nuevo, él iba a su chacra que tenía en la banda, o la que estaba frente a la mía, San Isidro, que para mí era un edén. Julio rara vez andaba a pie, casi siempre iba montado en burro cantando su canción favorita, “Gavilán pollero”, canción mejicana que la cantaba el ídolo de ese entonces Pedro Infante. Con Julio recorríamos el camino pasando por debajo de las higueras de Don Simeón Montoya, el papá de Delmi y Hugo Montoya. Al llegar a mi chacra, San Isidro, Julio continuaba con destino a la suya donde hacía sus labores y yo las mías, que eran segar alfalfa para la vaca, los cuyes y conejos; y recoger los higos para el engorde del chancho.
Nuestro regreso tenía que ser antes que oscurezca porque pasar a oscuras por debajo de las higueras ponía los pelos de punta.
Con Julio planeábamos hacer algo diferente los días sábados, así íbamos donde el tío Enrique, le pagábamos 0.20 centavos y entrábamos a comer las ricas tunas a discreción o comprábamos un puño de chancaca y buscábamos un guayabo para comer las sabrosas guayabas, también entrábamos furtivamente a alguna viña a comer las deliciosas uvas.
Todo lo comentado lo hicimos siendo unos mozalbetes traviesos. En esa época Manuel Prado Ugarteche (MPU), con el apoyo del APRA, fue elegido presidente del Perú para el periodo 1956-1962.
El abril del año 1960, Manuel Prado crea el Colegio Nacional Independencia del Perú, siendo director el Dr. Mario Delgado Paredes. Las puertas del colegio se abren para que jóvenes hombres y mujeres caravileños que habían terminado la primaria en años anteriores puedan continuar estudiando la secundaria y que por circunstancias o imponderables de la vida no pudieron salir a estudiar a Lima o Arequipa como era la costumbre.
El colegio inició sus clases en el local donde funcionó la escuela de primaria 1402 de hombres. Hubo dos grupos: uno de hombres y otro de mujeres.
Julio y yo estábamos ahora más cerca en el mismo salón y a una carpeta de distancia; iniciábamos un camino que nos permitiría nutrirnos de conocimientos para lograr un futuro mejor.
En esos tres años (1960-1962) la amistad con Julio se consolidó, se hizo más fuerte, éramos como hermanos, nos veíamos en clase y todas las noches nos encontrábamos para contarnos nuestro sabores y sinsabores en la esquina de don Alberto Gonzales, donde iniciábamos nuestro recorrido pasando por las casas de nuestras compañeras y tener la suerte de charlar con alguna de ellas.
Julio era un joven sin complejos, entrador, locuaz y de gran estampa, blanco, pelo castaño, ojos claros, buena talla y de nobles sentimientos.
Julio era deportista, practicaba el fútbol, jugaba de delantero por el Club Deportivo, por la selección del colegio y la provincia de Caravelí.
En el año 1963, circunstancias de la vida, me llevaron a dejar la tierra amada sin poder despedirme de Julio. Llegué a Lima a estudiar el 4to y 5to año de secundaria en la Gran Unidad Escolar Alfonso Ugarte, de San Isidro, para después continuar estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Durante estos años no me vi con Julio porque no regresé a Caravelí. Fue en el año 1966 o 1967, no estoy seguro, que tuve la suerte de encontrarme con Julio en el cruce de las avenidas Benavides y Panamá; hubo una inmensa alegría en ambos al reencontrarnos después de muchos años. Caminamos recordando y contándonos muchas cosas. Julio estaba en función de trabajo, lo acompañé; recuerdo que llegamos hasta San Roque y en la Av. Marsano nos despedimos con fuertes abrazos como presagiando que el destino no nos daría la oportunidad de volvernos a ver nunca más.
Siempre pensaba en un encuentro, cuando preguntaba por él, me decían que seguía en Venezuela.
En febrero del año 2012 tuve la oportunidad de encontrarme con uno de sus hermanos en Caravelí, pregunté por Julio y me dijo que seguía en Venezuela; le solicité me dé el número de su celular, pero pasó algo porque no lo obtuve.
Pasaron los años pero no perdía la esperanza de encontrarnos, hasta que un día me dieron la triste noticia de su sensible fallecimiento. Sentí un dolor inmenso por la partida del amigo entrañable y no poder vernos nunca más.
Julio amigo, te recuerdo y te recordaré por siempre, porque los momentos que pasamos y la amistad que se forjó entre nosotros perdudará y esta trascenderá en el tiempo.
Julio, siempre te recordaré como el amigo Pinta y Palabra.
Julio solía decir "SOY PINTA Y PALABRA".
PINTA: Hermoso, bello, adonis.
PALABRA: Palabreador, locuaz, palabrero, verboso.
¡Un saludo a toda la hermosa familia de mi entrañable amigo!
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