El amor en tiempo de crisis

 El amor es caprichoso

Año 1969. El dictador Juan Velasco Alvarado había dado un golpe de estado el 03 de octubre de 1968 y depuesto al presidente Fernando Belaúnde Terry, la razón: la página 11 del Acta de Talara. El gobierno militar fue copando el Estado con una economía de corte socialista que manejaba y controlaba todos los sectores de la economía como los otros poderes del Estado. Este tipo de economía hizo que años más tarde (1990), el Perú terminara en la ruina con todas las plagas por haber: terrorismo, hiperinflación y corrupción.

En el año 1969 encontrar trabajo era difícil. Ese año, en junio, se crea el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Yo estaba por culminar mis estudios y andaba buscando un trabajo. Un día llego al sótano del MEF, que quedaba en la calle Las Artes, en San Borja. El ministro en ese entonces era el general Jorge Fernández Maldonado, uno de los adalides de la “Revolución”. Ahí funcionaba una oficina de planificación recién creada y la dirigía el Ing. Fausto Valdevallano; esta oficina estaba abocada al estudio de los grandes proyectos mineros que habían revertido al Estado como Cuajone, Quellaveco, Michiquillay, Cerro Verde, Las Bambas, Ferrobamba, etc.

Tuve la entrevista con el ingeniero Fausto Valdevallano, quien contrató mis servicios y comencé a laborar en dicha oficina junto a otros profesionales, ingenieros, economistas y analistas. De las oficinas salíamos a las 5 p.m. Un ómnibus del MEF nos iba dejando en las avenidas Javier Prado, Petit Thouars, Manco Cápac, Abancay. En un principio bajaba en la plaza Bolívar donde está el Congreso (a veces ingresaba a escuchar a los diputados y senadores) porque en la calle Tigre funcionaba la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Posteriormente, bajaba en el Parque Universitario, donde tomaba el ómnibus de la universidad que nos llevaba a la ciudad universitaria que queda en la avenida Venezuela (eran mis últimos meses de estudio y ahí se había trasladado la facultad).

Vivía en la zona A de San Juan de Miraflores y salía temprano a tomar el ómnibus o algún colectivo para llegar a mi trabajo. Un día que estaba en el paradero con mi maletín, hecho un dandy, con un pantalón gris, un saco azul marino y camisa celeste clara con corbata azul, mis ojos vieron a una jovencita con un fólder y libros esperando el ómnibus. Tendría unos 18 años, ella era blanca, de pelo castaño lacio, ojos verdes y de mirada tierna que llega al alma. Me gustó, quedé prendado. Así, todos los días, salía a la misma hora para poder encontrarla, verla y poder acercarme. Ahí estaba ella, cada día la veía más hermosa, se le veía sencilla; no sabía cómo abordarla, pero Jorge, me repetía para mis adentros, ella es. Un día se presentó la oportunidad, cuando estando muy cerca de ella vi que en su cabello posaba una mariquita, sí una mariquita. Me acerqué muy risueño y seguro y le dije: “Señorita, sobre su hermoso cabello está posando un insecto”; ella me sonrió y con su mano se desprendió de él.

Ahí se inició nuestra amistad y con mucho respeto hacia ella. Siempre nos encontrábamos y la acompañaba a tomar su carro para que pueda llegar a la academia Brown en el Paseo Colón (donde está el local de Acción Popular), donde ella (Vicky) estudiaba secretariado bilingüe. Vicky había llegado recién del Cuzco donde había culminado sus estudios secundarios en un internado del colegio María de las Mercedes; ella era del distrito de Curahuasi (tierra del anís), provincia de Abancay, departamento de Apurímac.

Quedé prendado. Me gustaba todo de ella: sus ojos verdes, sus cejas pobladas, sus labios que provocaban al amor. Hasta ese momento, no me había vuelto a enamorar después del amor que sentí en mis primeros años de estudios en Caravelí (1961). Seguimos viéndonos más, no solamente en las mañanas, sino también en las tardes. Cuando salía de su academia, la acompañaba e íbamos caminando por la plaza Francisco Bolognesi y subíamos por la avenida Alfonso Ugarte. Cerca al colegio centenario, el glorioso Guadalupe, estaba la tienda Escala que hacía poco tiempo se había inaugurado. Algunas veces entrábamos para ver lo último de la moda, otras íbamos al cine, hasta que llegó el momento que esta hermosa mujer, esta bella niña, me aceptara como enamorado y pudiera sentir el dulzor de sus labios. El amor fue creciendo, mientras seguía trabajando en el MEF. Había terminado mi carrera de Economía en la UNMSM, la cual me entregó el certificado de haber concluido satisfactoriamente mis estudios. Comencé a preparar mi tesis, esta estaba relacionada con el efecto multiplicador que tiene una inversión en la minería; paralelamente, comencé a buscar un trabajo mejor remunerado, sentía que tenía esa opción, ya que el sector privado era muy reducido y era el sector público el que daba esa ocasión. Fue así que me presenté al MEF, a una plaza en la que el sueldo era el triple de lo que venía ganando y sobre todo ese puesto me permitiría crecer profesionalmente, conocer cómo funcionaban, en lo macro, los sectores de la Economía. Me presenté para todos los exámenes por haber, llegué a la entrevista final, el jefe era un coronel del Ejército acompañado de un alto funcionario del MEF. Absolví las preguntas que me hicieron, todas relacionadas a economía, finanzas y la última que fue de tinte político. Me sentí seguro en mis respuestas y al terminar me felicitaron por haber dado respuestas claras y precisas. Quedaron que los siguientes cuatro días saldrían los resultados, pero estos no salieron nunca. Comprendí que para ingresar ahora al sector público había que tener a algún militar que te respalde. Mientras tanto, nuestro amor seguía más fuerte. No podía dejar de verla, así que siempre estábamos juntos.

En el mes de junio de 1970 saldría de vacaciones y me entró el bichito de irme a Estados Unidos de vacaciones y, por qué no, a trabajar, ya que aquí en Perú los sueldos eran bajos. Días antes de viajar, tuve que decirle a Vicky que había decidido viajar a USA; ella no me contestó, pero luego asintió. Dicen que las despedidas son tristes, pero esta no la fue. Creíamos ambos que era por algo mejor. En el mes de junio, a mediados, me fui a EE.UU. y llegué en pleno verano a Patterson, New Jersey. Logré sacar mi Social Security en New York, en Harlem #055655010, y a la semana comencé a trabajar en una Compañía de Plásticos, la Gibraltar Chemical Plastic, como un simple obrero, ganando 4 dólares la hora, 32 dólares al día y 768 dólares al mes.





Comentarios

  1. Tio querido que hermoso es leerte ♥️♥️♥️

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  2. Por q no,haces un,libro con todas las anecdotas de Caraveli mi mamá era caravileña.

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